Es 1995. La procesión recorre las calles de un pueblo que en otro tiempo fue próspero. Pueblo Rico celebra el día de su patrona “Santa Rica”. La fiesta colectiva sirve de camuflaje, no solamente para que una pareja de enamorados se escabulla para amarse furtivamente, también para que el alcalde introduzca en secreto una carga de desechos tóxicos. La pareja y los desechos van a parar al mismo escondite: un viejo teatro abandonado. Es así como Ana y su novio Froilán se enteran de las fechorías del alcalde y de su amante. En medio de esta situación Froilán comienza a irrigar petróleo de sus genitales. El pueblo cree que se trata de un milagro, convirtiendo a Froilán en “El Irrigador” mensajero de Santa Rica.